Comienzo de la polémica
20MINUTOS.ES. 18.10.2006
Inmaculada Echevarría: "No es justo vivir así"
Inmaculada Echevarría, navarra de 51 años, sufre desde los 11 años una distrofia muscular progresiva que le ha condenado a vivir en una cama y atada a un respirador en un hospital de Granada.
Ha pedido a la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) ayuda para morir, según la información aparecida en El País .
"Estoy harta de vivir así y depender de todo el mundo, quiero una inyección que me pare el corazón, una muerte digna y sin dolor" asegura Inmaculada.
"No es justo vivir así, mi vida es soledad, vacío y opresión", añade Echevarría, que pide, sobre todo, que se respete su decisión de morir porque es "libre" y "nadie tiene que meterse".
Casi inmóvil
Desde los 30 años su inmovilidad es casi completa, sólo mueve los dedos de la mano y los pies y ha perdido la musculatura en cara y lengua, a pesar de lo cual, logra comunicarse mediante el habla.
Miembros de la DMD la visitarán este viernes; aseguran que el procedimiento que solicita Inmaculada es sencillo, "bastaría con sedar a Inmaculada y desconectarla del respirador, un procedimiento similar a la inyección letal que se usa a menudo con enfermos que están en la UVI muy medicalizados".
"Es posible que Inmaculada esté deprimida y reconoce que su enfermedad está pasando por un mal brote, aunque también es cierto que expresa con claridad un deseo y que ha tenido años para meditar" afirman desde la asociación.
"Me noto peor, más cansada, pero no es esta mala racha la que me ha llevado a solicitar ayuda para morir, porque es algo que tengo claro desde hace mucho tiempo" dice Inmaculada.
"Aunque en la vida hay que afrontar lo que viene y aceptarlo, yo no acepto que haya medios que mantengan mi vida", añade.
"Que se respete mi voluntad"
Inmaculada declara que su situación es complicada porque nadie la entiende y, pese a ser consciente de que la legislación no permite la eutanasia, exige respeto hacia su voluntad.
Hace nueve años los médicos le practicaron una traqueotomía y la engancharon de por vida a un ventilador mecánico.
Además, lamenta que hace nueve años, cuando la musculatura de su caja torácica dejó de funcionar y ante el peligro de muerte a corto plazo, el equipo médico decidió practicarle una traqueotomía y engancharla de por vida a un ventilador mecánico, en contra de sus deseos."
La tristeza se apodera de mi cuando pienso en mi situación y en todo lo que quiero decir y nadie me entiende, entonces sólo me queda llorar. Sé que es difícil ponerse en mi lugar pero os pido que lo intentéis", explica Inmaculada en la misiva en la que asegura llevar "mucho tiempo" buscando la manera de hacerse oír".
Desenlace
ELMUNDO.ES jueves 15/03/2007 06:44
Inmaculada Echevarría, una vida en una cama
MADRID.- Era su deseo y finalmente se ha cumplido. Inmaculada Echevarría, de 51 años, quería que se desconectase el respirador que la mantenía con vida desde hace nueve años y y así lo hicieron los médicos la noche del 14 de marzo. Llevaba 20 años postrada en una cama por una distrofia muscular. Una larga y polémica lucha que incluso le llevó a dar a su hijo en adopción a los ocho meses.
La vida de Echevarría tuvo momentos difíciles. Con sólo 11 años le diagnosticaron la dolencia que después la dejaría tetrapléjica. Más tarde, su marido murió en un accidente de tráfico. Tras ello, tuvo que dar en adopción a su hijo, y sólo volvió a verle más de 20 años después.
Pese a todo, Inmaculada se aferró a la vida. Confesó que desde los 29 años tuvo claro que quería morir, aunque hasta el pasado 20 de noviembre no lo solicitó oficialmente. Y el Comité Ético de la Junta de Andalucía y el Consejo Consultivo lo autorizaron, en una decisión histórica. Este último organismo dictaminó el pasado 28 de febrero que su caso era una limitación del esfuerzo terapéutico negativa y "adecuada a derecho", por lo que consideró que la actuación de los profesionales sanitarios que procedieran a la desconexión del aparato de ventilación mecánica no podía considerarse "punible". La 'muerte digna' que reclamaba estaba ya un poco más cerca.
"El milagro más grande y lo mejor que me ha podido pasar", en sus propias palabras. También una decisión polémica, por mucho que Inmaculada reconociese que su vida era "todo lo peor" y que había que "respetar su voluntad". En realidad, lo que solicitó no fue "un rechazo de tratamiento", un derecho reconocido en la Ley española de autonomía del paciente.
Su hijo se ha manifestado en contra de la decisión de su madre, una postura en la que se han posicionado también diferentes miembros de la Iglesia Católica. El cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, se manifestó "abiertamente en contra de todo tipo de pena de muerte, tanto la legal como la autoadministrada".
De hospital en hospital
Inmaculada no pudo morir en el centro en el que vivió los últimos diez años, el Hospital San Rafael de Granada, ya que tras la aprobación de su petición, la ética y la religión entraron en juego. La orden de San Juan de Dios, que regenta dicho hospital, optó por el traslado a otro centro, al parecer, por la presión de ciertos sectores religiosos contrarios a la decisión.
Finalmente, trasladada al hospital San Juan de Dios de la misma ciudad, fue desconectada de la máquina que la mantenía con vida tan sólo unas horas después de llegar. El miércoles 14 de marzo, a las 21.00 horas, moría sin dolor. Varios meses antes, en octubre, denunciaba la "soledad, vacío o opresión" de su vida.
Había perdido hasta la musculatura de la cara y la lengua. Podía hablar con dificultades. Se sobrepuso a todo para enfrentarse incluso a su propio hijo, de 26 años, que cuando conoció la decisión de Inmaculada se ofreció a cuidarla en su casa de Zaragoza para intentar evitarlo. El deseo de morir y acabar con su sufrimiento lo superaba todo. Antes de la desconexión sólo se despidió de sus amigos más íntimos.
El testamento vital de Inmaculada Echevarría se ha cumplido finalmente, de forma legal. Su marcha quizás siente un precedente para otros casos similares de enfermos que reclamen, como ella hizo, una muerte sin dolor.
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